domingo, 4 de novembro de 2018

Ao Domingo Há Música

O tango nos dá, a todos, um passado imaginário. Estudar o tango não é inútil; é estudar as diversas vicissitudes da alma argentina. 
                                    Jorge Luís Borges (1899-1986), Tango

O livro Tango  de Jorge Luís Borges  , editado pela Quetzal,  em Abril deste ano,  contém  conferências inéditas, proferidas por Borges sobre o Tango, em 1965. Nesta obra , Borges afirma  que "conhecer o tango era conhecer o lado negro da alma portenha, que entrou na literatura com esse universo de ‘compadritos’, “mulheres de má fama”, histórias de amor e morte, com um tom valente e feliz que depois seria também triste e melodramático! Vi pares de homens a dançar o tango, digamos que o carniceiro, um carroceiro, porventura um deles a dançar com um cravo na orelha, a dançar o tango ao ritmo de um realejo. Porque as mulheres do povo conheciam a raiz infame do tango e não queriam dançá-lo.  Temos, pois, as personagens: temos o compadrito, rufia, temos o menino-bem, patotero, e temos a mulher de má vida, também. (...) E há, além disso, um nome, um nome que os senhores, sem dúvida, estarão à espera de ouvir, e que é um nome um tanto posterior, de Carlos Gardel. Porque Carlos Gardel, além da sua voz, além do seu ouvido, fez algo com o tango, algo que tinha sido tentado antes, mas de um modo parcial, e que Gardel levou, não sei se à perfeição, mas a um ponto culminante.”

É com Tango que se preenche este apontamento musical do primeiro Domingo de Novembro.
Eis Carlos Gardel , no famoso tango  Por una cabeza.
Soha canta Mil Pasos , dançado por  Maria Filali e Ozgür Karahan.
De Astor Piazzolla , Tango Apasionado , dançado por Mauro Caiazza e Daniela Kizyma.
Astor Piazzolla e Jorge Luis Borges , em  El Tango (1965), com Luis Medina Castro.
El tango

Dónde estarán? pregunta la elegía
de quienes ya no son, como si hubiera
una región en que el Ayer, pudiera
ser el Hoy, el Aún, y el Todavía.

Dónde estarán? (repito) el malevaje
que fundó en polvorientos callejones
de tierra o en perdidas poblaciones
la secta del cuchillo y del coraje?

Dónde estarán aquellos que pasaron,
dejando a la epopeya un episodio,
una fábula al tiempo, y que sin odio,
lucro o pasión de amor se acuchillaron?

Los busco en su leyenda, en la postrera
brasa que, a modo de una vaga rosa,
guarda algo de esa chusma valerosa
de Los Corrales y de Balvanera.

¿Qué oscuros callejones o qué yermo
del otro mundo habitará la dura
sombra de aquel que era una sombra oscura,
Muraña, ese cuchillo de Palermo?

¿Y ese Iberra fatal (de quien los santos
se apiaden) que en un puente de la vía,
mató a su hermano, el Ñato, que debía
más muertes que él, y así igualo los tantos?

Una mitología de puñales
lentamente se anula en el olvido;
Una canción de gesta se ha perdido
entre sórdidas noticias policiales.

Hay otra brasa, otra candente rosa
de la ceniza que los guarda enteros;
ahí están los soberbios cuchilleros
y el peso de la daga silenciosa.

Aunque la daga hostil o esa otra daga,
el tiempo, los perdieron en el fango,
hoy, más allá del tiempo y de la aciaga
muerte, esos muertos viven en el tango.

En la música están, en el cordaje
de la terca guitarra trabajosa,
que trama en la milonga venturosa
la fiesta y la inocencia del coraje.

Gira en el hueco la amarilla rueda
de caballos y leones, y oigo el eco
de esos tangos de Arolas y de Greco
que yo he visto bailar en la vereda,

en un instante que hoy emerge aislado,
sin antes ni después, contra el olvido,
y que tiene el sabor de lo perdido,
de lo perdido y lo recuperado.

En los acordes hay antiguas cosas:
el otro patio y la entrevista parra.
(Detrás de las paredes recelosas
el Sur guarda un puñal y una guitarra.)

Esa ráfaga, el tango, esa diablura,
los atareados años desafía;
hecho de polvo y tiempo, el hombre dura
menos que la liviana melodía,

que solo es tiempo. El Tango crea un turbio
pasado irreal que de algún modo es cierto,
el recuerdo imposible de haber muerto
peleando, en una esquina del suburbio.

Jorge Luís Borges, in  El otro, el mismo

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