Por Clara Morales Fernández Madrid
"La historia de la emigración es, en realidad, solo una. Una sola partida en millones, millones de huidas, despedidas, desarraigos. Son un centenar los que recoge David Felipe Arranz en su libro Las cien mejores películas sobre migración (Cacitel). Más que una lista de títulos imprescindibles, una exhaustiva recopilación del mito del viaje —para siempre— en la historia del séptimo arte. Un género con sus propias características, como explica el autor: "Es un cine minoritario, de crónica, periodístico, documental, que nace, diría que en el 99% de los casos, de una experiencia real". Un cine eminentemente narrativo que justifica, dice Arranz, la elección de las películas, basada en la "historia humana" que reflejan, y no necesariamente en la calidad de la puesta en escena.
Migración en pantalla
Fotograma de 'Las uvas de la ira', de John Ford. |
Las películas recogidas en la recopilación permiten concluir que el interés por este tipo de cine está creciendo desde hace dos décadas. Si en los 80 Arranz recoge ocho filmes, anota 20 de esta temática en los 90, y 39 en los 2000. Algo que, para este profesor de Periodismo de la Universidad Carlos III, se corresponde con el auge de los movimientos migratorios que, sin embargo, no tienen un reflejo en las políticas sociales: "No concibo que los Estados supuestamente del bienestar no sepan cómo actuar ante la llegada de inmigrantes, que es milenaria. ¿No hemos desarrollado, en cientos de años una capacidad de respuesta?" El cine, al menos, sí lo ha hecho.
The italian, de Reginald Barker (1915)
La historia del gondolero veneciano Beppo, obligado a trabajar como albañil en Nueva York para alimentar a su familia, es uno de los primeros documentos cinematográficos sobre la inmigración. "Lo que narra The italian", cuenta Arranz, "lo recupera Francis Ford Coppola en El Padrino. La base de la mafia parte de un fenómeno migratorio". No es ese futuro el que promete el soneto de Emma Lazarus grabado en el pedestal de la Estatua de la Libertad: "Tus hacinadas multitudes anhelantes de respirar en libertad/ el desdichado desecho de tu rebosante playa, envía a estos, los desamparados que arrojó la ola, a mí,/ ¡yo alzo mi lámpara detrás de la puerta dorada!".
Pero los emigrantes no hablaban inglés, y poco podían saber de esta poética bienvenida. Cuando Charlot divisa la Estatua de la Libertad no es un abrazo fraternal lo que recibe, sino un trato similar al que se tendría con el ganado. "El desencanto de Chaplin con los Estados Unidos empieza como el de Charlot: en el primer momento en que pone un pie en Nueva York. Entonces se da cuenta de que la tierra prometida no es tan arcádica ni tan dorada". El país que iba a ser su futuro, de hecho, terminó expulsándolo en 1952.
La leyenda del pianista en el océano, de Giuseppe Tornatore (1998)
Esta adaptación de la novela de Alessandro Baricco (Seda) cuenta la historia del maquinista del Virginian, uno de los barcos que trasladaban inmigrantes europeos hacia la próspera América, que un día descubre a un niño abandonado a bordo del buque. Lo nombra Novecento, año de su descubrimiento. El niño vivirá en el Océano, el lugar de transición entre dos tierras.
Little Senegal, de Rachid Bouchareb (2001)
"La búsqueda de su pasado conduce a un inmigrante a encontrarse con su futuro". Alloune trabaja como guía en el Museo de los esclavos, en Senegal. Consciente de su propia ignorancia sobre sus antepasados, viaja hasta Estados Unidos emulando el exilio forzado de aquellos dos siglos atrás, lo que le conduce de las plantaciones del Sur hasta el territorio conocido como Little Senegal en el Harlem neoyorquino.
La otra América, de Goran Paskaljevic (1995)
Los españoles también han tenido su pequeña huida hacia la tierra prometida de Estados Unidos. El director serbio Goran Paskaljevic retrata el viaje del español Alonso, que regenta un bar en Brooklyn en el que, además, tiene contratado a un inmigrante ilegal procedente de Montenegro. “Una supervivencia sazonada con toques de ironía y humor negro”.
Ghosts, de Nick Broomfield (2006)
Es el turno del éxodo de Asia hacia el viejo continente. Esta cinta está basada en la historia real de 23 inmigrantes chinos que murieron en la costa norte de Inglaterra en 2004 mientras faenaban recogiendo marisco. La película recoge su viaje desde el pueblecito chino de Fu Jian hasta las aguas británicas.
Las puertas del paraíso, de Andrzej Wajda (1968)
La película retrata uno de los primeros fenómenos migratorios de la Historia. En 1212, entre la Cuarta y Quinta Cruzada, el adolescente francés Jacques de Cloys llama a los niños a hacer una expedición de "inocencia y pureza" para conquistar Tierra Santa. El escritor polaco Jerzy Andrzejewski "supo ver la tragedia que supuso la marcha" en su relato Bram y Raju, que versionó Wajda para el celuloide.
Las uvas de la ira, de John Ford (1940)
Adaptación de la novela de John Steinbeck, surgida tras su trabajo como periodista en The San Francisco News. Sus relatos sobre los jornaleros vagabundos que viajaban los valles agrícolas de California para trabajar en la recolecta, los oakies, daría lugar a la película de John Ford. "Tras las diferentes oleadas de inmigrantes extranjeros que acudieron a trabajar en la recogida de la fruta, finalmente llega el turno de los propios estadounidenses, que iban abandonando su tierra por el hambre". El trabajo de documentación del Ford para realizar el filme recoge el testimonio de uno de ellos, Dust Bowl: "Estábamos famélicos y quizá vivíamos de ello. Podíamos tal vez encontrar un trabajillo si podíamos conseguir arrastrarnos".
La piel quemada, de Josep Maria Forn (1967)
“Otra muestra de fenómenos de xenofobia, pero esta vez dentro de España en los años 60". La cinta recoge el día a día de los charnegos, andaluces emigrados a Cataluña en busca de un futuro mejor. "El director se tuvo que imbuir del ambiente que se formó contra la llegada masiva de andaluces", cuenta Arranz.. "Para el régimen franquista, era incómodo esta realidad en la que la gente tenía que desplazarse dentro del país para poder comer", lo que hizo que la película recibiera una mala calificación de cara a recibir subvenciones. Esto dificultó enormemente su carrera comercial.
O salto, de Christian de Chalonge (1968)
Mientras, del otro lado de la frontera, un millón y medio de portugueses abandonaron su país entre 1960 y 1974 para llegar a Francia. Esto les obligaba a cruzar dos veces nuestra fronteras, transportados por mafias. "Huían de la dictadura de Salazar", narra Arranz, "que les obligaba a enrolarse como soldados en las colonias. Algunos terminaban en África y otros tenían la suerte de escapar a Francia".Clara Morales Fernández Madrid,El Pais
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