sábado, 31 de outubro de 2015

O Livro da Semana

«EL LIBRO DE LA SEMANA »
Heidegger, el pensador desilusionado
La publicación de sus 'Cuadernos negros' confirmó su entusiasmo por el nazismo. El primero llega ahora a España con un gran contenido filosófico
Luis Fernando Moreno Claros, Babelia, El País, 26.Out.2015
Acto de progapanda nazi en el que aparece Heidegger, 
señalado  con una cruz. / Ullstein Bildr
Los cuatro tomos pertenecientes a la serie de los Cuadernos negros de Martin Heidegger (1889-1976), publicados entre 2013 y 2015 en Alemania, causaron revuelo a escala mundial porque reafirma la idea de que el célebre filósofo alemán se entusiasmó con el nazismo y manifestó ciertos rasgos antisemitas. En España aparece ahora el primero de estos volúmenes, un dietario filosófico que contiene cientos de pensamientos de diversa extensión escritos entre 1931 y 1938. Aunque buena parte de ellos son de materia filosófica, otros muchos aluden a la circunstancia política alemana: el triunfo del nacionalsocialismo, que Heidegger aclamó; él mismo, en 1933, fue rector de la Universidad de Friburgo luciendo bigote hitleriano y esvástica en la solapa; pocos parecían entonces tan nazis.
A tenor del revuelo mediático de estos Cuadernos negros, cabría pensarse que en sus páginas se vierten loas a Hitler e insultos a los judíos; en absoluto, las notas del pensador no son tan explícitas, sino más sutiles. En este primer tomo sólo muestra una adhesión inicial a los nazis; después, bastante desprecio por la situación “espiritual” de Alemania. Y no dice una palabra sobre los judíos.
En general, Heidegger aparece en sus notas como un entusiasta de la “Filosofía”, que él veía opuesta a la ciencia (“la ciencia no piensa”, escribió); alguien que entendió el filosofar como un saber de preguntas radicales y osadas más que de respuestas: “Todo preguntar un goce, toda respuesta una merma”, sentenció. Era el gran profesor que deslumbraba a sus alumnos (y alumnas, recordemos a su joven amante Hannah Arendt) con su pregunta esencial: “¿Qué es ser?” o “¿Por qué hay ente y no más bien nada?”; en definitiva, el “mago” que desmontaba palabras cotidianas para decir lo indecible. En efecto, vemos aquí al pensador sui generis, el mismo que, como ser humano, cometió un grave error de bulto con los nazis, puesto que con su llegada creyó ventear un cambio para mejor en Alemania, una verdadera “revolución” del espíritu que jamás acaeció como él esperaba. Creyó que el tirón unificador de Hitler inspiraría a los alemanes para buscar la verdad y el ser, como un “gran principio” saludó la llegada de los nazis; esperaba que la filosofía saldría beneficiada, volvería a dominar sobre la vida comunitaria germana tal como lo hizo en la (idealizada) antigua Grecia; y los filósofos, que suelen ser hombres solitarios (y Hei­degger lo era en extremo), saldrían de su aislamiento y, dejando aparte a su “pequeño yo”, marcharían juntos con los demás hombres.

Poco antes de 1933, exultante de esperanza, anotó en estos cuadernos pensamientos tales como “Todo lo grande se tambalea y vacila, está en la tormenta, lo bello es arduo” —apuntando a la revolución nacionalsocialista—; o también: “Creciente endurecimiento en el ataque. Ninguna evasión, ningún agotamiento, siempre ataque. ¡No tener poderes plenos sino ser el poder!”.
Su grado de fanatismo nacionalsocialista fue grande. Karl Jaspers, que caló el peligro que se avecinaba, le preguntó si creía que Alemania podría ser gobernada por un hombre de tan escasa formación como Hitler; su respuesta: “¡La formación es indiferente, fíjense sólo en sus hermosas manos!”. Tamaño afán filonazi de Heidegger se esfumó en cuanto vio que eran otros “filósofos” los que tomaban las riendas de la universidad: Rosenberg, Bäumler o Krieck, ideólogos de la peor calaña, nada ingenuos.
Un año difícil de rectorado, los cambios del nuevo régimen político y la propaganda (“El reverso de una difamación que no está segura de sí misma”, anota) bastaron para que sus esperanzas se truncaran. Poco a poco comprendió que las proclamas populistas de los nuevos amos nada tenían que ver con el gran pensamiento y tanto menos con la “cultura” que decían fomentar en “el pueblo”. Heideg­ger, como Platón con el tirano de Siracusa, creía en un Gobierno ideal de los mejores en el cual él pudiera intervenir de algún modo con sus ideas, y estos apuntes proclaman la desilusión que se llevó cuando no pudo hacerlo. Por eso terminó por despreciar la “vulgaridad” de aquel movimiento hitleriano, de tendencias hasta “bolcheviques”, según sus palabras.
De ahí su notorio enfado con el mundo universitario; denunciaba que en él se había impuesto la “mediocridad”, el “olvido del verdadero saber”; la universidad “nacional-socializada” era una mera “escuela técnica” donde se predicaba “el más craso materialismo en forma de biologicismo”. La filosofía —“la sabiduría inútil, pero la más noble”, según Heidegger— yacía muerta, sustituida por la “ciencia política” para las masas ruidosas y sus jefezuelos petulantes.
La desilusión de Heidegger se observa asimismo en las entradas filosóficas. La fabulosa traducción de este primer tomo hace lo que puede por desentrañar el esoterismo de algunas de ellas, duras de entender porque el filósofo ensayaba entonces nuevas formas de preguntar por el ser. Invocaba además la venida de “nuevos dioses” que salvasen al mundo del nihilismo y la “técnica”, unos dioses que no trajeron los nazis y que requerían de un nuevo lenguaje.
Cuadernos negros I (1931-1938) Reflexiones II-IV. Martin Heidegger. Edición de Peter Trawny. Traducción de Alberto Ciria. Trotta. Madrid, 2015. 420 páginas. 25 euros
Leia mais:

“La ‘política cultural’ es el último tapujo de la barbarie”

Martin Heidegger.
Algunas anotaciones de Martin Heidegger extraídas del primer volumen de Cuadernos negros:
-“La gran experiencia y el gran motivo de dicha es que el Führer ha despertado una nueva realidad que da a nuestro pensamiento el cauce y la fuerza de choque correctos”.
-“El final del rectorado. 28 de abril de 1934. He puesto mi cargo a disposición, porque ya no me era posible asumir la responsabilidad. ¡Viva la mediocridad y el ruido!
-“En una época en la que al boxeador se le considera el gran hombre, honrándosele con los honores habituales, en la que la hombría puramente corporal en toda su brutalidad se considera heroísmo, en la que el paroxismo de las masas se lo hace pasar por comunidad, y a esta por el fundamento de todo… ¿qué espacio queda entonces para la ‘metafísica’?”
-“Maestros de escuela embrutecidos, técnicos sin puesto y pequeños burgueses trasladados como los custodios del ‘pueblo’, como aquellos que ha de asentar los criterios”.
-“El ‘mundo’ está desquiciado. Ha dejado de ser un mundo, o diciéndolo más verazmente: jamás fue un mundo. Todavía estamos en su preparación”.
-“Todo gran pensador piensa un solo pensamiento. Este pensamiento siempre es único: el pensamiento del ser”.
-“Nuestro orgullo y nuestra nobleza: llevar el preguntar a lo más íntimo y extremo”.
-“Empezar con lo pequeño dándole vueltas a lo grande”.
-“¿Por qué tengo dos ‘g’ en mi apellido? ¿Para qué, si no es para darme cuenta de lo que constantemente importa? ‘Bondad’ [Güte] (no compasión) y ‘Paciencia’ [Geduld] (es decir, voluntad suprema)”.
-“La filosofía es el saber sin provecho, pero señorial”.
-“La ‘política cultural’ es el último tapujo de la barbarie”.
-“¿Por qué falta ahora por todas partes sobre la tierra la disposición para saber que no tenemos la verdad y que tenemos que volver a preguntar por ella?”
-“Ahora se ‘hace’ como si ya no hubiera nada más que hacer por ‘la verdad’”.
-“Permaneceremos en el frente invisible de la Alemania espiritual secreta”.
-“Orgullo: es la resolución madura de mantenerse en ese rango esencial propio que surge de la tarea de garantizar la seguridad de no volver a confundirse a sí mismo con otro”.
El cambio político en la era digital
“La gran experiencia y el gran motivo de dicha es que el Führer ha despertado una nueva realidad que da a nuestro pensamiento el cauce y la fuerza de choque correctos”.
Luis Fernando Moreno Claros, Babelia, El País, 26.Out.2015

sexta-feira, 30 de outubro de 2015

Do Silêncio


(Circadian Eyes, em ''Finding Silence''- 2010)
Poema do Silêncio

Sim, foi por mim que gritei.
Declamei,
Atirei frases em volta.
Cego de angústia e de revolta.

Foi em meu nome que fiz,
A carvão, a sangue, a giz,
Sátiras e epigramas nas paredes
Que não vi serem necessárias e vós vedes.

Foi quando compreendi
Que nada me dariam do infinito que pedi,
-Que ergui mais alto o meu grito
E pedi mais infinito!

Eu, o meu eu rico de baixas e grandezas,
Eis a razão das épi trági-cómicas empresas
Que, sem rumo,
Levantei com sarcasmo, sonho, fumo...

O que buscava
Era, como qualquer, ter o que desejava.
Febres de Mais. ânsias de Altura e Abismo,
Tinham raízes banalíssimas de egoísmo.

Que só por me ser vedado
Sair deste meu ser formal e condenado,
Erigi contra os céus o meu imenso Engano
De tentar o ultra-humano, eu que sou tão humano!

Senhor meu Deus em que não creio!
Nu a teus pés, abro o meu seio
Procurei fugir de mim,
Mas sei que sou meu exclusivo fim.

Sofro, assim, pelo que sou,
Sofro por este chão que aos pés se me pegou,
Sofro por não poder fugir.
Sofro por ter prazer em me acusar e me exibir!

Senhor meu Deus em que não creio, porque és minha criação!
 (Deus, para mim, sou eu chegado à perfeição...)
Senhor dá-me o poder de estar calado,
Quieto, manietado, iluminado.

Se os gestos e as palavras que sonhei,
Nunca os usei nem usarei,
Se nada do que levo a efeito vale,
Que eu me não mova! que eu não fale!

Ah! também sei que, trabalhando só por mim,
Era por um de nós. E assim,
Neste meu vão assalto a nem sei que felicidade,
Lutava um homem pela humanidade.

Mas o meu sonho megalómano é maior
Do que a própria imensa dor
De compreender como é egoísta
A minha máxima conquista...

Senhor! que nunca mais meus versos ávidos e impuros
Me rasguem! e meus lábios cerrarão como dois muros,
E o meu Silêncio, como incenso, atingir-te-á,
E sobre mim de novo descerá...

Sim, descerá da tua mão compadecida,
Meu Deus em que não creio! e porá fim à minha vida.
E uma terra sem flor e uma pedra sem nome
Saciarão a minha fome.
José Régio, in As Encruzilhadas de Deus, Portugália, 1957

quinta-feira, 29 de outubro de 2015

A epopeia de Joseph Conrad

                                                              Vivemos como sonhamos, sozinhos. 
                                                                            Joseph Conrad
 
“Coração das Trevas” é a epopeia de Joseph Conrad
Publicado em 1902, “Coração das Trevas”, de Joseph Conrad, instiga pelos temas que aborda, pelas circunstâncias históricas e sociais que ilumina e, sobretudo, pelo nível de barbárie que pode ser cometida pelas nações e pelas pessoas ditas “civilizadas”, quando guiadas pelas ambições políticas e comerciais.
Joseph Conrad, autor de “Coração das Trevas”, é considerado um dos maiores autores da língua inglesa.
Por Carlos Russo Jr.
"O horror do imperialismo que destrói o mundo, exclusivamente pela ganância imediata, sem nada construir. Os agentes coloniais são todos transformados em robôs que escravizam as povoações nativas pelo medo, pelo terrorismo e pela fome e que, afinal, são pessoas ocas, que um dedo pode penetrar. As trevas são as trevas que não perderam o coração, em seu peito encontram-se somente interesses.
André Gide escreveu sobre a obra: “É um livro magistral! Nele não sabemos o que admirar mais: o tema prodigioso, a construção, a audácia de realizar uma empresa tão árdua ou o sábio argumento”. A arte é a verdade que emociona, comentou o poeta Ferreira Gullar, “Coração das Trevas” emociona todo espírito que se revolta contra a submissão da humanidade a interesses mercantis e financeiros. O filósofo Bertrand Russell, que conheceu Conrad depois da sua chegada a Inglaterra, tinha verdadeiro fascínio pelo livro e por seu autor (o grau de amizade e admiração foi tal que Russell baptizou um de seus filhos com o nome “Conrad”).
Joseph Conrad (1857- 1924) foi um escritor britânico de origem polaca. Viveu no mar a juventude e parte da maturidade e, por isso, muitas de suas obras são centradas em marinheiros e aclimatadas no mar ou nos grandes rios. Em 1890, no comando do navio SS Roi de Belges, participou da exploração colonial da bacia do Rio Congo.
Dez anos depois, a experiência pessoal de Conrad serve de base para “Coração das Trevas”, um berro contra a exploração colonial, o esclavagismo, o racismo e o genocídio. E todo o seu empenho literário teve esse direccionamento. Um de seus últimos trabalhos, “Nostromo” retrata um gol­pe de Estado na América Latina, fomentado pelo colonialismo ianque. Em 1924, ano de sua morte, o autor, “por coerência”, recusou-se a aceitar o grau de “Cavaleiro do Império Britânico”, uma forma clara de protesto contra as políticas colonialistas.
“Coração das Trevas”, publicado em 1902, instiga pelos temas que aborda, pelas circunstâncias históricas e sociais que ilumina e, sobretudo, pelo nível de barbárie que pode ser cometida pelas nações e pelas pessoas ditas “civilizadas”, quando guiadas pelas ambições políticas e comerciais.
O cenário é o estuário do rio Con­go (actual Zaire), país que foi submetido a uma das mais cruentas, sanguinárias e torpes explorações coloniais da história, pela Bélgica de Leopoldo II. Apenas 30 anos dessa exploração (1870 a 1900), fez de Leopoldo II uma das maiores fortunas da Europa. Ao mesmo tempo, a população do Congo que em 1850 era estimada em 20 milhões de seres humanos, reduzira-se a dez milhões, mortos pela fome, doenças, exaustão no trabalho e massacres. O rebanho de elefantes, caçados pelo seu marfim, foi nesse período reduzido a um terço.
O que aconteceu no Congo que, propositadamente, jamais é nominado no livro, espelha a devastação imperial levada a cabo pela Ingla­terra, França, Bélgica, Alemanha, Estados Unidos e Itália, nos continentes da África e da Ásia na segunda metade do século XIX.
No entanto, se observarmos o mundo do século XX, com as acções de desestabilizações, destruição e assassinatos em massa produzidos por interesses imperialistas nos países  do Médio Oriente , da África e da Ásia, encontraremos nas histórias “rememoradas” de Marlow, o narrador de Conrad e de seu misterioso alter ego Kurtz, uma actualidade assombrosa e estarrecedora.
Francis F. Coppola encontrou em “Coração das Trevas” a possibilidade ímpar de transcrição para as telas dos cinemas. O seu genial filme “Apocaly­pse Now” é uma aclimatação em tempos de Guerra do Vietname, com Marlon Brando na inigualável interpretação do “gerente belgo-colonial” Kurtz, agora transformado em agente americano que se oculta na selva asiática.
Conrad rompe com o naturalismo e o realismo para atingir o modernismo em sua narrativa que busca envolver o “ouvinte” leitor, numa forma de diluir e universalizar a perplexidade e o horror, buscando construir a solidariedade que “entrelaça a solidão de incontáveis corações, solidariedade nos sonhos, na utopia, na alegoria, no sofrimento”.
O roteiro do livro é a longa viagem realizada pelo narrador, o atormentado Marlow, contratado pelo agente colonial, pois “se você mostra aos chefes que tem em si alguma coisa que seja realmente lucrativa, não haverá limites para o reconhecimento de sua habilidade”. Viagem que visava à substituição do desconhecido Kurtz, a bordo de um barco que navega rio acima, numa complexa teia geográfica, simbólica e psicológica.
O rio com as suas curvas misteriosas e imprevisíveis, que enfeitiçaria Marlow na aventura, também é a satisfação do conhecer, o desafio do autoconhecimento. Per­corrido na contracorrente, as águas simbolizam um caminhar memória adentro, em busca do inconsciente. “Eu odeio, detesto e não posso suportar uma mentira, não porque seja mais decente que os demais, mas simplesmente porque isso me assusta. Tem um laivo de morte em mentir — que é o que acontece nesse mundo — e é o que eu quero esquecer. Mentir me deixa aflito e enojado, como se mordesse algo podre”.
“Nenhum relato de sonho pode produzir a sensação de um sonho, a mistura de absurdo, surpresa e espanto numa excitação de revolta tentando se impor, a noção de ser tomado pelo incompreensível que é da própria essência dos sonhos. Vivemos como sonhamos, sozinhos.”
A Europa branca penetra no coração do continente negro, onde a modernidade e o verbo divino deveriam ser levados a um povo num estágio primordial de civilização. “Os europeus in­ventaram a Sociedade Inter­nacional para a Eliminação dos Costumes Selvagens.”
“Eles não eram colonizadores coisa nenhuma; a expansão de suas propriedades era pura extorsão, nada mais. Eram conquistadores e para isso basta a força bruta — bandos armados — nada de que se gabar quando se tem, já que a força é um mero acidente que resulta da fraqueza de outros… Eles agarravam o que podiam. Era apenas um assalto com violência, assassinato em larga escala e homens entrando naquilo às cegas — como convém a quem lida com as trevas.” “A conquista de terras significa em grande medida tirá-la de quem tem a cor da pele diferente.”
“Lugar onde a dança festiva da morte e do comércio prosseguem numa atmosfera serena e natural, como a de uma catacumba super aquecida.”
Marlow  conta-nos a história de um sujeito chamado Freslen que se considerou prejudicado por alguma troca, e tendo deixado o rio, desceu em terra e começou a açoitar o chefe da aldeia com uma vara… “mas Freslen já fora uma criatura afável, a mais pacífica que havia sobre duas pernas”. O colonialismo, entretanto, após um par de anos, engajado na “nobre causa”, permitiu-lhe que sentisse a necessidade de afirmar sua autoestima de alguma maneira. “Vergas­tou o velho negro sem piedade, até que um homem — disseram que era filho do chefe — desesperado de ouvir o velho gritar espetou-o com a lança e ela penetrou com facilidade nas suas costelas.” Quando, tempos depois, Marlow chegou para assumir o seu lugar no posto, encontra o “povoado deserto, as choupanas apodrecendo… tudo em ruínas. Uma calamidade se abatera sobre a povoação. As pessoas haviam sumido. Um terror louco espalhou-as pela mata e elas jamais voltaram”.
Na construção de uma ferrovia, os belgas utilizavam ne­gros considerados criminosos. “Eram seis negros que avançavam em fila galgando penosamente a trilha. Equilibra­vam cestos de terra nas cabeças e eram interligados por correntes que ligavam os colares de ferro nos pescoços. Um ‘renegado negro’ conduzia-os segurando um fuzil. Era um demónio forte, vigoroso, de olhos injectados que conduzia homens.”
“Outros homens estavam morrendo aos poucos; não eram inimigos, criminosos, nada além de sombras negras de doença e inanição, jazendo em confusão na penumbra esverdeada, trazidos de todos os recessos da costa, com toda a legalidade de contratos temporários e largados em ambientes insalubres, mal alimentados. Quando ficavam imprestáveis obtinham autorização para se arrastar para longe e morrer.”
Conrad coloca a necessidade de buscarmos entender o próximo, e na aurora do século XX a diversidade do modo de expressão humana dos sentimentos, num leque de culturas diferentes. “Eles uivavam, pulavam e rodopiavam e faziam caretas medonhas; mas o que apavorava era exactamente a consciência da humanidade deles, a ideia de seu parentesco remoto com essa gritaria selvagem e impetuosa. Sim, para nosso padrão estético era feio, mas se  fosse homem o bastante admitiria que existiriam em si mesmo traços ténues de repercussão à terrível franqueza daquele barulho. E por que não? A mente humana é capaz de tudo, porque tudo está nela, todo o passado e todo o futuro. E o que havia em toda a gritaria? Alegria, medo, pena, devoção, coragem, ira? A verdade, quando despida de seu manto de tempo. Para isso o ho­mem ‘civilizado’ precisa ser tão hu­mano quanto o da margem do rio.”
A fome que acomete os povos escravizados pelo colonialismo: “Nenhum medo pode se sobrepor à fome, nenhuma pa­ciência pode saciá-la… Co­nhe­cem a perversidade da fome persistente, o seu tormento exasperante, os seus pensamentos soturnos, a  sua ferocidade sombria à espreita? Um homem necessita de toda a sua força inata para combater a fome”. “Das profundezas da selva emergiu um gemido de pavor lamurioso e de desespero absoluto como o que acompanharia a perda da derradeira esperança sobre a terra.”
A capacidade do ser humano revoltar-se, quando submetido “a uma tristeza extrema pode se desafogar em violência, mas com frequência, ela toma a forma de apatia”.
Mas vamos ao misterioso agente colonial, pois nas profundezas daquele mundo primitivo estava Kurtz, a “voz”, a esfinge que precisava ser decifrada. “Toda Europa contribuiu para a constituição de Kurtz”, diz Marlow.
“Tudo pertencia a Kurtz, mas isso era um engano. A questão era saber a que ele pertencia, quantos poderes das trevas o reclamavam para si, ele que havia ocupado enquanto vivo, um alto posto dentre os demónios da terra.” “Ele pregava que os brancos deveriam necessariamente parecer para os selvagens com a natureza de seres sobrenaturais, donos de um poder como o de uma divindade. Afinal, que todos os brutos sejam exterminados, o que importa é o marfim.”
Devastava a região e o devastava com a ajuda de tribos: ele explodira sobre eles com raios e trovões e eles o seguiam por pavor, por medo, dedicação ao ser superior, ódio.
Quando Marlow avista o posto interior de Kurtz, ele também divisa nos postes que o rodeavam, em cada um deles uma cabeça de rebelde espetada, “pois não havia nada na terra que impedisse Kurtz de matar quem quisesse”.
“Nenhuma eloquência poderia ser tão destruidora da fé na humanidade que a sua explosão final de sinceridade. Eu vi o mistério de uma al­ma que não conhecia limites, fé, me­do, mas que lutava cegamente contra ela mesma.” “Ele tinha o olhar agudo para penetrar em todos os corações que pulsassem nas trevas.”
“Vi naquele rosto de marfim a expressão do orgulho sombrio, do poder implacável, do terror covarde — de um intenso e inelutável desespero.” “O horror foi o seu grito final.” “No seu íntimo, Kurtz era oco.”

Se fosse possível expressar todo o “Coração das Trevas” num único parágrafo, poderíamos dizer: “Des­tino, coisa engraçada é a vida. Esse misterioso arranjo de lógica para um objectivo fútil. O máximo que se pode esperar dela é algum conhecimento para si próprio e que chega sempre tarde demais, numa cadeia interminável de arrependimentos”. Carlos Russo Jr. , em Ensaio especial para o Jornal Opção, Brasil, Edição 2018 de 9 a 15 de Março de 2014
Carlos Russo Jr. é um escritor brasileiro.

quarta-feira, 28 de outubro de 2015

Recordar os olhares da revolução

25.7.1974, Ferraz,in "Os Ridículos",nº195, p.1
1-6-1974,Baltazar, in " O Século Ilustrado", n. 1899, p. 63
20-7.1974, in" Diário de Lisboa (Suplemento Mosca)", nº 18516,p.3


29-6-1974, Luis, in " Diário de Lisboa", nº 18498,p.3

12-9-1974, Martins, in " A Bola", nº 4327,p.1
14-9-1974, Martins, in " A Bola", nº 4328,p.1
1-10-1974, José Vilhena, in " Os Ridículos", nº 8
Martins, in " A Bola".

terça-feira, 27 de outubro de 2015

O pobre defunto

Michael Ancher: O Afogado, 1891
" Morreu algum deles, vereis logo tantos sobre o miserável a despedaçá-lo e comê-lo. Comem-no os herdeiros, comem-no os testamenteiros, comem-no os legatários, comem-no os credores; comem-no os oficiais dos órfãos  e os dos defuntos e ausentes; come-o o médico, que o curou ou ajudou a morrer; come-o o sangrador que lhe tirou o sangue; come-o a mesma mulher, que de má vontade lhe dá para a mortalha o lençol mais velho da casa; come-o o que lhe abre a cova, o que lhe tange os sinos, e os que cantando, o levam a enterrar; enfim, ainda o pobre defunto ainda não o comeu a terra, e já o tem comido toda a terra." 
Padre António Vieira, in Sermão de Santo António aos Peixes - Obra Completa, Círculo de Leitores

segunda-feira, 26 de outubro de 2015

Révoltons-nous...

« Jusqu’à présent les hommes se sont toujours fait des idées fausses sur eux-mêmes, sur ce qu’ils sont ou devraient être. Ils ont organisé leurs rapports en fonction des représentations qu’ils se faisaient de Dieu, de l’homme normal, etc. Ces produits de leur cerveau ont grandi jusqu’à les dominer de toute leur hauteur. Créateurs, ils se sont inclinés devant leurs propres créations. Libérons-les donc des chimères, des idées, des dogmes, des êtres imaginaires sous le joug desquels ils s’étiolent. Révoltons-nous contre la domination de ces idées. », Karl Marx, Avant-propos, L’idéologie allemande in Œuvres, vol.3, Gallimard, « Bibliothèque de la Pléiade », 1982

domingo, 25 de outubro de 2015

Ao Domingo Há Música

Yo no canto por cantar
ni por tener buena voz,
canto porque la guitarra
tiene sentido y razón.

Tiene corazón de tierra
y alas de palomita,
es como el agua bendita
santigua glorias y penas.

Aquí se encajó mi canto
como dijera Violeta
guitarra trabajadora
con olor a primavera.

Que no es guitarra de ricos
ni cosa que se parezca
mi canto es de los andamios
para alcanzar las estrellas,
que el canto tiene sentido
cuando palpita en las venas
del que morirá cantando
las verdades verdaderas,
no las lisonjas fugaces
ni las famas extranjeras
sino el canto de una lonja
hasta el fondo de la tierra.

Ahí donde llega todo
y donde todo comienza
canto que ha sido valiente
siempre será canción nueva.
Victor Jara

Quem gosta de música está em constante descoberta. Acabo de me encantar com uma das melhores vozes chilenas, graças  à  gentileza de um amigo,Frederico  Füllgraf (jornalista, escritor, realizador de cinema e amante de boa Música). A ele um imenso agradecimento. 
O Chile, país  onde vive, é um mapa de vozes que ficaram para sempre associadas a vários domínios nobres tais como a  Literatura, a Poesia, a Música ou a Liberdade quando Allende deu esperança a um país agrilhoado. 
Poderia ter começado este post com um dos muitos belos poemas de Pablo Neruda. Não o fiz porque de música vamos tratar. E Victor Jara soube dar som às palavras para as cantar com mestria. 
Francesca Ancarola é a voz chilena que me chegou através do meu amigo. Há quem tenha definido esta cantora como "una de las cantautoras chilenas más respetadas, completas y talentosas". Sem dúvida que se trata de uma justa e verdadeira apreciação. Francesca é uma "antidiva, pero estrella igual", afirma-o Iñigo Díaz quando comentou o álbum desta cantora chilena, Lonquén, de 2007, um  tributo a Víctor Jara. E sobre ela escreve-se também: "Si bien Francesca Ancarola comenzó su carrera en los años '80 (con un premio como intérprete en un festival organizado por la revista La Bicicleta y el Café del Cerro, dos ejes del Canto Nuevo),su nombre es parte de la generación que renovó ese estilo a fines de la década siguiente, reconocible bajo el concepto de "novísima canción chilena". Las coordenadas que agrupan a esta generación son básicamente tres: raíz folclórica, textos poéticos de crítica social, y música que desde la academia universitaria inician una transformación de lo tradicional a lo contemporáneo"
Francesca tem uma ampla formação musical , licenciada em  Música pela Universidad de Chile e alguma mais  que a levou a sair do país para frequentar escolas internacionais  tais como a Manhattan School of Music,  em Nova Iorque. Quando retornou ao Chile, Francesca  vestiu efectivamente a música popular do seu país  com uma nova sonoridade,  como o atestam algumas composições de Violeta Parra e de Victor Jara, esse mártir que foi vítima da mão furibunda e sanguinária de Pinochet.

Como a emoção não resistiu à interpretação da canção Manifiesto de Victor Jara por Francesca Ancarona , incluída no Álbum Lonquén, produzido pela cantora em  2007 , aqui a apresento, em reiterado prazer.
E ainda de Victor Jara, em " El derecho de vivir en Paz". Direito que  é derrogado ou violentamente sonegado, tanto ontem como hoje.

E para quem a quiser melhor conhecer, fica o registo de um concerto de 2012, enviado do Chile pelo meu amigo Frederico Füllgraf.

sábado, 24 de outubro de 2015

Hello

Adele apresenta o novo single "Hello". Uma voz que nunca se confunde, num estilo que lhe é peculiar. 
Eis a novidade:

sexta-feira, 23 de outubro de 2015

Uma poesia do ser e do amar

Fecundou-te a vida nos pinhais.
Fecundou-te de seiva e de calor.
Alargou-te o corpo pelos areais
onde o mar se espraia sem contorno e cor.
Pôs-te sonho onde havia apenas
silêncio de rosas por abrir,
e um jeito nas mãos morenas
de quem sabe que o fruto há-de surgir.
Brotou água onde tudo era secura.
Paz onde morava a solidão.
E a certeza de que a sepultura
é uma cova onde não cabe o coração.

Somos folhas breves onde dormem
aves de sombra e solidão.
Somos só folhas e o seu rumor.
Inseguros, incapazes de ser flor,
até a brisa nos perturba e faz tremer.
Por isso a cada gesto que fazemos
Cada ave se transforma noutro ser.
Passamos pelas coisas sem as ver,
gastos como animais envelhecidos;
se alguém chama por nós não respondemos,
se alguém nos pede amor não estremecemos:
como frutos de sombra sem sabor
vamos caindo ao chão apodrecidos.

Madrigal

Tu já tinhas um nome, e eu não sei
se eras fonte ou brisa ou mar ou flor.
Nos meus versos chamar-te-ei amor.

Se vens à minha procura,
eu aqui estou. Toma-me, noite,
sem sombra de amargura,
consciente do que dou.

Nimba-te de mim e de luar.
Disperso em ti serei mais teu.
E deixa-me derramado no olhar
de quem já me esqueceu.

Eugénio de Andrade, in “ As Mãos e os Frutos”, 1948,Assírio&Alvim

AS MÃOS E OS FRUTOS
Por Jorge de Sena
"Foi o terceiro livro de Eugénio de Andrade, sob nome que ficou o seu. Era o quarto livro de poemas que publicava. Hoje, é há muito o primeiro na lista das suas obras poéticas, por supressão de todos os anteriores. E isto aconteceu simplesmente porque ele não quis reter a sua produção juvenil, mas só desde a que primeiro se coligia neste livro.
Diríamos que foi um poeta lento em descobrir-se e à sua pessoal expressão? Não, pois que muitos dos seus temas e imagens predilectas figuravam já nos primeiros livros, e porque um livro publicado aos vinte e cinco anos, como este foi em 1948, não é ainda obra de poeta amadurecido pelo tempo, se bem que o seja de poeta que amadureceu em si mesmo.
E qual a razão, portanto, do êxito perene deste volume consagrado pelos admiradores do poeta e por ele próprio sem dúvida? Por certo que o encantamento de uma colectânea em que, já sem juvenilidade, a juventude é tranquilamente e naturalmente juventude.
As Mãos e os Frutos foi um livro composto graças a um conjunto de circunstâncias que o fizeram feliz. Escrito por um homem na força da juventude, mas no momento raro em que a adolescência ainda não murchou de amarga, nem a maturidade á se fez de triste. Escrito, assim, com lucidez sem angústia, ardor sem ingenuidade, segurança sem complacência, inquietação sem azedume, tranquilidade sem ignorância, e com franqueza discreta, elegância viril, naturalidade para além do desano.
As emoções tensas e contidas do entusiasmo erótico, a melancolia estóica ante o que se perde e esvai, uma vivência vegetal e de ar livre, um frescor de manhãs, um ardor de estio, um fluir das noites silenciosas entre o céu e a terra em que os corpos se alongam ou se aprumam numa nudez sem vergonha ou o contrário dela – tudo isso que será depois muito da poesia de Eugénio de Andrade, surge neste livro, em estado de milagre momentâneo. E, por isso, ficou para sempre na sua obra, como um padrão da sua originalidade e da sua dignidade de poeta.
Uma poesia nem alegre nem triste, nem apaixonada nem fria, nem próxima .nem distante, nem confessional nem reticente, nem intelectual nem sentimental, nem pura nem impura – em versos musicais, fluidos e firmes, a que a rima dá por vezes, menos que a pontuação do canto, a marcação da dança, uma poesia do ser e do amar, entre a carne e o espirito, lá onde as almas não existam para torturar-se e os corpos não saibam o que seja trairem-se.
Dança, sim. Dança pagã sem deuses olímpicos nem telúricos, anterior e alheia ao hieratismo dos mistérios ou ao alegorismo das mitologias. Deuses que são a vibração das águas e dos campos, das sombras e da luz, a intensidade muscular do gesto distendido. Dança anterior, sobretudo, ao pecado como crime de existir. Dança que evoca e concretiza uma Arcádia, uma Idade de Ouro, suspensas sobre o bem e o mal, e no entanto rodeadas – como uma ameaça sinistramente presente que a esta poesia dá a dimensão trágica – pelas fúrias da maldade humana, que só a firmeza do poeta detém no limiar deste paraíso de sensualidade, como aos anjos e aos demónios de que elas se mascaram.
As mãos e os frutos… As mãos que se estendem, que tocam, que acariciam … Os frutos que, maduros, tombam e se entregam… Não as mãos que suplicam ou que receiam ou desistem. Não «os frutos de sombra sem sabor», como o poeta diz. Mas as mãos e os frutos do poeta que, aos vinte e cinco anos, podia serenamente dizer:

Se vens à minha procura
eu’ aqui estou. Toma-me, noite,
sem sombra de amargura,
consciente do que dou.


– na plena epifania de celebrar aquele momento em que

… gravemente, comedidas,
param as fontes a beber-te a face.


                                   Madison, Wis., USA, Janeiro de 1970
Jorge de Sena, in: Estudos de Literatura Portuguesa II, Lisboa, Ed. 70, 1988 p. 259-260

quinta-feira, 22 de outubro de 2015

O abraço entre a Terra e o Mar

Tipasa
Núpcias em Tipasa
"É preciso que eu fique nu e, depois, mergulhe no mar e que, ainda perfumado de essências da terra, possa lavá-las nas águas desse mesmo mar, estreitando em meu corpo o abraço pelo qual suspiram, lábio a lábio, há tão longo tempo, a terra e o mar. Uma vez dentro d’água, é o sobressalto, a subida de uma viscosidade fria e opaca, depois o mergulho no zumbido dos ouvidos, o nariz a pingar e a boca amarga – o nado, os braços envernizados de água, saídos do mar para se dourarem ao sol e movidos numa torção de todos os músculos, a corrida da água sobre meu corpo, a posse tumultuosa da onda pelas minhas pernas – e a ausência de horizonte.
Na praia, é a queda na areia, abandonado ao mundo, uma vez mais de volta a meu peso de carne e osso, embrutecido de sol, lançando de longe em longe um olhar para os meus braços, onde as poças de pele seca deixam a descoberto, à medida que a água escorre, a penugem loura e a poeira de sal.
Aqui, compreendo o que se denomina glória: o direito de amar sem medida. Existe apenas um único amor neste mundo. Estreitar um corpo de mulher é também reter de encontro a si essa alegria estranha que desce do céu para o mar. Daqui a pouco, quando me atirar no meio dos absintos, a fim de que seu perfume penetre meu corpo, terei consciência, contra todos os preconceitos, de estar realizando uma verdade que é a do sol e que será também a de minha morte. Em certo sentido, é justamente a minha vida que estou representando aqui, uma vida com sabor de pedra quente, repleta de suspiros do mar e de cigarras, que agora começam a cantar. (...)
(...) Ao entardecer, encaminhei-me para uma zona mais bem tratada do parque, toda ajardinada, situada à beira da estrada nacional. Ali, ao sair do tumulto dos perfumes e do sol, no ar agora refrescado pela tarde, o espírito se acalmava e o corpo, distendido, saboreava o silêncio interior que nasce do amor satisfeito.
Sentei-me num banco. Olhava o campo arredondar-se com o dia. Sentia-me saciado. Sobre mim, uma romãzeira deixava pender os botões de suas flores, cerrados e cheios de nervuras como pequeninos punhos fechados que contivessem toda a esperança da primavera. Havia alecrim, atrás de meu banco, mas eu percebia apenas o perfume do álcool. Colinas emolduravam-se entre as árvores e, mais longe ainda, um debrum de mar por cima do qual o céu, como vela enfunada, repousava toda a sua ternura. Sentia em meu coração uma estranha alegria, a mesma que nasce da consciência tranquila." Albert Camus, in Núpcias O Verão, Círculo do Livro

Sobre o livro
"Núpcias, o Verão – Este volume reúne o que se poderia chamar de textos da juventude, ou da pré-maturidade, de Albert Camus. Esses textos ainda não apresentam aquilo que viria a ser a marca registada do grande escritor: o estilo exigente, a procura de processos literários estritamente adaptados a seu objecto, líricos porém sóbrios, quase sempre tendendo à nudez e ao despojamento.
Contudo, nem por isso, deixam de ser representativos do mais autêntico pensamento camusiano, tal como ele próprio o resumiu, no discurso de recepção do Prémio Nobel de literatura, em 1957: “escrever é iluminar os problemas que se colocam à consciência dos homens".

quarta-feira, 21 de outubro de 2015

Este Mar do Algarve

Uma após uma as ondas apressadas
Enrolam o seu verde movimento
E chiam a alva 'spuma
No moreno das praias.

Ricardo Reis, 23.11.1918 , (Obras de Fernando Pessoa)
O Algarve fecha o meu país. É a orla que o delimita a Sul, numa  costa alcantilada  de traçado irregular. Ora  se esvaece em alguns pontos para logo, em soberba posição,  se agigantar num promontório  imponente. Falésias, ilhas, ilhotas, braços de areia na foz dos rios,  assombrosas rias de fauna e flora primevas,  recortes  em baías magníficas, o Mar tem no Algarve uma das suas obras de mais  fino e prodigioso desenho.
Se, no Verão, este Mar se solta em assédio permanente a quem o procura,  no Outono embravece, em inesperada fúria, sem  que o encanto o abandone. Os dias de  fúria  esvaziam-no em  batalhas de espuma. As praias quedam-se perante tamanha força. As areias acomodam-se ao  ritmo acelerado deste novo Mar  e entregam-se  às suas águas. É o findar de um calcorreio estival que lacerou a sua pele. Agora é o tempo de lavar o corpo e de retomar a cor através de uma revolta agitação que as embrulha mar adentro para as soltar e repor frescas e renovadas.
E é o espanto primeiro que nos prende a este Mar. Numa tarde de Outono, o apelo agitado que nos lançou , levou-nos da Marina de Portimão à Ria do Alvor. E de assombro em assombro, fomos registando as faces que nos quis mostrar.